Se escondía de los zombies
No le gustaba sus ojos sin vida
Tenía un espejo que le reflejaba,
todo lo que sucedía alrededor del árbol
Le gustaba romper las nueces que caían,
mientras escuchaba sus voces
Voces que se acercaban y se alejaban
No hace mucho encontró un cerebro,
se adueñó de él y aprendió a pensar
El silencio, también era quietud
La calma, paz y la ternura que brotaba de su ser,
la acercaban al árbol
Los zombies pasaron de largo
No notaron que respiraba y tenía un cerebro
Un corazón que latía con el ritmo de la tierra
Ella vive allí,
mas allá...detrás del nogal
2 comentarios:
Me dan ganas de ir a conocerla.
Es muy interesante
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