Joseph Blackwell es un hombre de negocios, viajante, acaba de arribar al lugar.
Vestido con un traje gris impersonal.
Tiene una calva incipiente y el poco pelo que le queda, también es gris.
Posee un pañuelo en el bolsillo y lo utiliza a menudo, es un tic nervioso.
Sus ojos y sus labios son pequeños y la nariz se confunde con los anteojos grises.
Camina siempre apurado, como si se le acabara el tiempo.
Es callado y observador, vive para si e interactúa con los demás, lo necesario y nada mas.
El invierno que transcurre, es más gélido y lluvioso que en otros tiempos.
Camina por las empedradas calles del pueblo, mirando con atención.
Ingresa a la posada y se hospeda en ella.
Una acogedora y tibia sala de grandes sillones lo recibe.
Se sienta cómodamente delante del hogar que arde chispeante, calentando el ambiente.
Este hombre pensante, se deja llevar por la aparente sencillez de la gente y se relaja, se queda dormido en el cómodo sillón, sin advertir la llegada de otro hombre, siniestro y de rostro duro y mirada quieta, vestido de negro.
Se queda mirando a Joseph por largos minutos y luego lo despierta, diciendo...
-Hombre misterioso- Señor, señor, despierte, que afuera lo están esperando.
-Joseph- ¡Qué pasa! Grita estremecido y asustado.
-Hombre misterioso- es afuera, tiene que venir conmigo.
-Joseph- ¡No! no voy a ninguna parte, no quiero seguirlo.
-Hombre misterioso- ¡Haga lo que le digo o se arrepentirá!
Joseph se quedo quieto, estaba indeciso o lo parecía, pero no se movió, le tenía miedo a lo desconocido y eso lo detuvo plantado al lado del sofá.
Trata de pensar y analizar la situación y así poder actuar en consecuencia.
Se da cuenta que el temor, su temor, domina el momento de tensión.
Sin embargo, la curiosidad pudo más y sale afuera, donde una multitud esperaba su presencia.
En la plaza principal, sobre un escenario lo esperaba la gente, aplaudían entusiasmados, lo querían homenajear a Blackwell por haber elegido al pueblo para crear una fábrica aceitera, crear trabajo para los jóvenes y por último por el progreso del pueblo.
Por un momento Joseph pensó, yo...
-Joseph- ¿Qué tengo que ver? solo estoy de paso, haciendo tiempo hasta la llegada del tren.