...Y la mar enrojecida por el sol...sucumbía lentamente a la oscuridad. La luna derramaba su fría luz plateada...Y el pintor trazada con verdadera pasión los últimos trazos...En realidad...el no quería terminar. Estaba enamorado se su creación. Había captado la esencia...el alma...del modelo, un joven de veinte años, de una belleza inusual en un hombre, de rasgos, casi femeninos. Los sentimientos brotaban...Querían salir del cuadro...Posesionarse de esas dos personas, que por causalidad del destino, caprichoso, se habían cruzado. El artista, volvía al penúltimo toque, veía imperfecciones, donde no las había.
El joven lo miraba...extasiado. Sus ojos acariciaban cada centímetro de su cuerpo, sus manos temblaban, imperceptibles.
Sigue pintando...sigue pintando...hasta el amanecer...
Había pasado un tiempo
Y aunque no se habían dado cuenta
El amor los había rozado, partiendo luego...quien sabe adonde...dejándoles una pequeña esperanza. Un nuevo encuentro. Una segunda oportunidad.
La felicidad...fue solo una tenue luz...casi sin darse cuenta...volvían a juntarse.

¿El destino?
Jugaba...jugaba...