Al ver las palmeras, imaginé,
tierras bajas, a orillas del río.
Así fue, en primer lugar, el agua, tan mansa, atrayente,
llamándome a tirarme a sus brazos.
Miro más allá y veo las tres primeras palmeras, erguidas y silenciosas,
pisando el verdor del pastizal.
Rayando el horizonte, como queriendo subir a ese cielo celeste,
cubiertas de nubes de algodón,. están el resto de las palmeras.
Casi al final de este cuadro imaginario,
escondiéndose...el sol, bañando de color y tibieza,
hasta dónde alcanzan sus rayos.
Un lugar, salvaje y agreste.
Un lugar de...
charatas y garzas;
monos y jabalíes;
corzuelas y carpinchos.
Un lugar dónde siempre vuelvo.
2 comentarios:
Parece un lugar mágico.
Besos.
Es importante tener un lugar al que volver cuando es necesario.
Tenerlo y no perderlo estúpidamente.
Saludos,
J.
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