La triste vida del carancho, terminó un día cualquiera,
bajo el sol ardiente y sobre la fresca agua del estero.
Tampoco la gran cosa...
Encontró una piedra a quién mirar en los días tediosos.
La piedra en si, no decía nada en cuestiones de apariencias,
solo se dejaba querer, se dejaba mimar, se dejaba sentir.
Tampoco es la gran cosas, un carancho y una piedra común.
El sentido lo daba el amor que brotaba de la piedra y de l corazón del ave.
1 comentario:
Tantas vidas tristes al final de las mismas...
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