Cuando ella, miró para atrás, ya nada estaba en su lugar
Me gusta-pensó y siguió caminando fuera del mundo
Sin darse cuenta fue cambiando cada piedra, cada flor, cada río, cada montaña y la lluvia se volvió algodón
Quisiera romper todos los esquemas existentes y volverla tela de araña-dijo sonriendo, mirando las nubes rojas de un otoño saludable y amable para quedarse en su banco favorito, cerca del lago, bajo un frondoso árbol de naranjo
Allí se quedó hablando al infinito.
2 comentarios:
Y el infinito sonriendo feliz.
Hay que abrazar tal sentimiento que de tan único se vuelve irrepetible.
Saludos,
J.
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