Solo soy...otoño

Solo soy...otoño
Búsquenme...donde se esconde el sol
Donde exista una canción

Búsquenme...donde se detiene el viento
Donde haya paz o no exista el tiempo
Donde el sol seca las lágrimas
De las nubes en la mañana...

viernes, 25 de febrero de 2011

CACHEUTA Y EL AGUA DE ORO


Y los mensajeros corrieron, corrieron. Atravesaron ríos, subieron y bajaron montañas. y volvieron a subir. Y volvieron a bajar.
"Oro, oro para liberar al emperador". Los mensajeros llegaron a todos lados, y también a las tierras donde gobernaba el cacique Cacheuta, los valles de las montañas altas, donde ahora se encuentra Mendoza.
Y Cacheuta, que quería mucho a su soberano, rápidamente empezó a reunir todo el oro que había en el valle. Y no sólo Cacheuta. Todos, todos los habitantes del lugar buscaron los objetos de oro, las piedras con oro, los cacharros, los adornos y cuanta cosa hubiera del rico metal, para enviársela al prisionero.
Luego lo puso todo en un as grandes bolsas de cuero u cargó un montón de llamas con ellas.
Cacheuta reunió a sus mejores guerreros, a los más altos jefes y a los más fieles vasallos. Y poniéndose él mismo al frente del grupo inició la marcha rumbo al Perú.
Todo esto le contaron los mayores a Illapa.
Y también le contaron que los blancos no esperaron que llegara el oro, y mataron a Atahualpa.
Pero como se enteraron que Cacheuta iba camino al Perú con su preciosa carga, un grupo de blancos fue a esperarlo.
Muy poco camino había recorrido Cacheuta cuando alcanzó a ver a los blancos escondidos.
Cacheuta adivinó lo que querían, y rápidamente dio la orden:
-¡A esconder el oro! ¡A esconder el oro!
La orden fue cumplida, y cuando los blancos atacaron no había una sola bolsa de cuero sobre las llamas.
¡L a lucha fue terrible! Resonaba en la montaña el estallido de las armas de fuego. Los indios no podían defenderse con sus lanzas y cuchillos.
Uno de los primeros en caer fue el cacique Cacheuta.
Pero lo que le contaron después al indiecito Illapa fue realmente maravilloso. Algo de casi no creer.
Cuando terminó la lucha, los blancos fueron a buscar el oro. Buscaban por aquí, buscaban por allá...Pero nada, nada.
¡No podían encontrarlo! ¿Donde estaba el oro? ¿Donde?
Los indios lo habían esconido muy bién.
Siguieron buscando, revolviendo y revolviendo las piedras.
¡Hasta que lo encontraron !
¡Allí estaba! ¡El codiciado oro! ¡Y cuánto, cuánto era!
Pero cuando fueron a tomarlo con sus manos, grandes chorros de agua brotaron como arte de magia ¡Agua! ¡Si, agua caliente, bien caliente!
Los blancos huyeron asustadísimos, para no quemarse de arriba abajo.
Dicen que el espíritu de Cacheuta, que, ayudado por el dios Inti, convirtió el oro en agua.
U agua calentita, calentita, con el calor maravilloso que le dió su padre el Sol. Y más valiosa que el mismo oro, porque cura muchas enfermedades.
Todo esto se lo contaron a Illapa. Y cuando Illapa fue grande, se lo contó a sus hijos. Y los hijos de Illapa se lo contaron a los suyos. Y estos hijos, a los hijos de los hijos de los hijos de Illapa.
Y a mi me lo contó un viejecito que conoció al último descendiente de Illapa. Y yo se los cuento a ustedes para que, cuando sean grandes, se lo cuenten a sus hijos. Y así nunca se olvide nadie, del oro que se hizo agua.

FIN


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