Córdoba, 26 de enero de 1999
Querida hermana Ñaku:
Escribo esta carta para saber de ti, como estás de tu depresión, después del diluvio aquel, que se llevó todo, hasta tus ganas de reír
Y de paso, quiero contarte lo que le pasó a mi difunto esposo
Luego de una interminable agonía, a causa de su extraña enfermedad, sin sentido alguno para mi, en el último minuto de extensa vida, sus cabellos, los pocos que le quedaban, se volvieron blancos, para luego caer convertidos en polvo, luego pasó con su cara, sus orejas, su cuello y todo el cuerpo, hasta las uñas de los dedos del pie
En el hospital, donde estaba internado, desde el médico que lo atendía, hasta el último personal de limpieza, pasó a ver este raro hecho
Tan extraño, que para estudiar a fondo el caso, los científicos del laboratorio, tuvieron que juntar en frascos de vidrio y así poder analzar lo que quedó de mi pobre esposo
Después de horas y horas inacabables de discuciones y opiniones de todo el hospital, se reveló lo sucedido
Al pobrecicto le habían suministrado tantos medicamentos, traídos del nuevo planeta, que el convertirse en cocaína fue solo una concecuencia de...un efecto colateral
Recordé una ocasión en que había redactado su última voluntad, me dejaba en herencia...todo lo que de él quedara, y así lo entendí
Y la buena nueva es que ahora si podemos comprar una isla en el nuevo planeta y vivir las dos juntas
Pues a los noventa y ocho kilos de cocaína que heredé, los pude vender a buen precio
Sin mas que decir, me despido y deseo que sea un breve tiempo el que tengamos que esperar para vernos
Un abrazo, desde la distancia, te quiere siempre...
Gladys