La luna estaba en su apogeo.
El sol se perdió por el oeste, dos horas antes.
El claro oscuro del bosque estaba hermoso, las siluetas de los árboles parecían espectros del mas allá.
Liliana y Mateo estaban en el más acá.
Ellos eran hermanos y estaban conversando acaloradamente de la situación precaria en la que se encontraba el hermano menor Pablo.
-Liliana- No, no es fácil para mi hacerme cargo de él. Tengo poco espacio en mi casa y varios niños.
-Mateo- Yo estoy peor, me voy a casar y necesito todo el dinero que poseo para la boda, mucho gasto para mi.
-L- Debemos pensar en algo práctico para él y para nosotros.
M- Buena idea.
-L- El plan sería este: bsbsbsbsbsbsa.
-M- Me parece correcto.
En ese momento aparece Pablo junto a sus hermanos y dice...
-Pablo- No hace falta que se preocupen tanto, yo permaneceré en esta hacienda hasta que llegue el momento señalado para partir al otro plano. Acá me siento bien y cómodo. No molestaré a nadie y ustedes seguirán con sus vidas normales y sus familias.
-L- Nosotros pensando en lo mejor para ti.
-M- Es verdad, no queremos que sufras y que estés desprotegido.
-P- No hace falta muchos cuidados, con la silla de ruedas me manejo muy bien por todo el valle, tampoco necesito a alguien constantemente a mi lado. Puedo con todo lo que me proponga, aún cuando el panorama parezca negro.
Así terminó la discusión entre hermanos.
Y cada uno se retiró a su lugar.
A veces, las historias parecen crueles y sin embargo las cosas se arreglan hablando, discutiendo, comunicándose entre sí.
1 comentario:
Si habláramos más y con tolerancia todo iría mejor.
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